lunes, 4 de febrero de 2013

¿Cómo se monta un Palio? Parte I

El paso de palio, monumento a la Madre de Dios que hemos hecho con la combinación de distintas y múltiples artes desarrolladas a lo largo de los siglos.

Fue en Sevilla donde por primera vez se utilizó un palio para cubrir la imagen de una Virgen, apareciendo documentado ya a principios del siglo XVII. Es bastante probable que no fuera hasta el siglo XVIII cuando su uso se difundiera de manera generalizada, acrecentándose y expandiéndose por gran parte de la geografía española hasta nuestros días.

Debemos saber que cada hermandad tiene un estilo, algunas más acentuadas que otras, pero en definitivas cada hermandad tiene una forma de hacer las cosas totalmente independientes a otra. Por lo tanto el proceso del montaje es totalmente diferente, lo que escribo aquí es simple y llanamente una aproximación o un modelo que puede asemejarse a los distintas técnicas y procesos.

El montaje de un paso de palio es un proceso complejo, lento y que requiere de los encargados de su montaje una gran capacidad de precisión, paciencia y cuidado.

Primeramente, antes de comenzar al ensamblaje de todas las piezas es limpiar la plata con muchísima precisión con una mezcla antigua de polvo de tiza y alcohol. Los varales, respiraderos y demás piezas aún estando en vitrinas ajenas a elementos que puedan causar desperfectos en ellas se oscurecen y toman polvo en la superficie, por lo que es muy importante su limpiado.

Actualmente existen productos químicos especialmente fabricados para esta función.

Con esta solución líquida se da con un pincel a toda la obra de plata: varales, respiraderos,
jarras… para posteriormente frotarlas con un paño para recuperar el brillo y color original (en
superficies pequeñas con un cepillo pequeño)

En cuanto a los bordados del palio: caídas, techo y faldones se limpian con cepillos de dientes y mucha paciencia y cuidado para no dañar, engarzados, detalles o los hilos de oro que conforman la obra en su conjunto.

Al mismo tiempo se va armando la parihuela o mesa, que en nuestros días ya están armadas con su tablero. Las mesas de palio acostumbran por regla general a tener bajo ellas seis trabajaderas.

Una vez que se ha limpiado todo y la mesa está lista se procede a izar el techo de palio en su bastidor. Existen múltiples técnicas para izar el techo ya que las forman están condicionadas a los recursos de la hermandad y a las dimensiones del templo o casa hermandad.

Una vez izado y nivelado el techo a cierta altura para poder trabajar con facilidad se acoplan las bambalinas. (Las bambalinas pueden tener un corte recto, de cajón o un perfil más dinámico, con formas aleatorias). Cada bambalina están rematas por abajo con flecos de hilos de oro o con las llamadas bellotas (Dato: Si las bambalinas llevan remates de escudos o coronas se rematan por detrás de la crestería para evitar roturas y desperfectos)

Por último se encajan las bambalinas frontales y tras éstas, las laterales, dejando siempre libres las pletinas para enganchar los varales al conjunto superior del palio.

Las bambalinas estarán listas ya para el momento de colocar los dieciocho cordones con borlas de cada varal y de las bambalinas delanteras. Estos elementos son de simple función decorativa. Rematando el varal, se pondrán las denominadas perillas, que son figuras o como su nombre indica “perillas” para sujetar el varal al techo y al mismo tiempo rematar y ocultar el pasante del varal.

El paso siguiente es elevar el techo ya completo hasta la altura perfecta para poder ensamblar los 12 varales, 6 a la derecha y otros 6 a la izquierda. Primero se introducen los vástagos o pernos del basamento (parte inferior) en el tablero de la parihuela. El perno superior se engarzará ahora en las pletinas y se fijará mediante sus tuercas correspondientes y finalmente serán rematados con las perillas.

(Cada varal se compone de diferentes partes: el basamento, cañón o tubo en los que aparecen elementos decorativos como las macollas o nudetes, siendo su remate la mencionada perilla o en algunos casos figuras)

Escrito por Mario Muñoz Gomez

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